Es muy difícil traer algunos temas a la mesa. De la misma manera que lo es cambiar las reglas de cualquier juego, tal vez se necesite tener la mente abierta queriendo decir que no todo el mundo esta listo para esta conversación.
El espectáculo puede ser un poco más divertido y legítimo, Al ver que los partidos de futbol se sincronizan con las actualidades políticas me hace pensar que, de los marcadores depende el manejo público, es un engaño, Es inmoral no admitir que es un teatro.
Claro está a Roma llegan los mejores actores y claro está que es la razón por lo que se ve lo que se ve en el televisor hoy en día, se asume que las personas que miran el televisor consumen las imágenes sin siquiera tratar de saber si lo que ven es actuado.
Lo que se ve en el futbol de hoy en día son unos jugadores, parados en una cancha haciendo un espectáculo que tiene muy poco que ver con intentar meter la pelota en la red; perdiendo sagrados segundos; actuando como si revolcarse en el piso fuera el fruto del entrenamiento y del arte de ser futbolista; el futbol hoy en día trata vender productos y ostentar riquezas basados en una profesión de seguir las órdenes del amo, y ¿qué paso con el juego, me pregunto yo?
Cuando se entrena una disciplina cualquiera, ya sea por ejemplo cargar ladrillos, después de algún tiempo se desarrollan callos, el cuerpo se vuelve resistente. Un futbolista profesional empieza, recibiendo patadas en las canillas en los patios del colegio. Más tarde, cuando se convierte en profesional, tiene a su lado a dietistas, kinesiólogos, entrenadores y hasta psicólogos, como lo exige cualquier atleta que haga sus rutinas de ejercicios para competiciones de alto rendimiento.
Es entonces cuando nos encontramos con que, apenas lo tocan o a veces sin tocarlo siquiera, el atleta cae al piso a retorcerse, gritar y llorar. Tenemos aquí una contradicción de principios, pues esas conductas no han considerarse válidas o de buen ejemplo para los jóvenes espectadores; si el jugador cree que botándose al piso y fingiendo dolor va a ganar el partido, su actitud podría ser vista como una trampa y de las más rastreras: el teatro de la lástima es la forma más mediocre de matar el tiempo en un partido. También vemos que el jugador parece estar muy cansado al final del tiempo, como si correr no fuera por defecto lo que tiene que hacer durante los noventa minutos del partido, persiguiendo como un obseso la pelota.
Sería muy interesante un espectáculo futbolístico con legitima espontaneidad, en el que los rostros de los jugadores reflejen emociones ciertas, donde el prestigio de ser bueno esté en juego, donde ganar sea el objetivo.
Cuando todos éramos más jóvenes, y muchos incluso no habían nacido, en una época no muy lejana en la que no existía el internet y las personas aún se deslumbraban ante la presencia de un celular, en esas épocas existía el talento a flor de piel de las figuras del espectáculo,
En algún momento Pelé jugó futbol mejor que ninguna otra persona. Muhammad Alí, por otro lado, rompió las cadenas de la esclavitud dándole puños a nombre propio a quien se le atravesara, o sin ir más lejos Luciano Pavarotti, de la misma manera que los periodistas y cazadores de talento encontraban a personas interesantes y valiosos para la opinión. Ahora son solo unos borregos sin opinión propia, entes vacíos.
El destino de una nación no puede estar a la merced de un balón entrando en un arco; es por eso por lo que el resultado al azar tiene que ser controlado. (teniendo en cuenta las monumentales apuestas que tampoco pueden quedar al azar).
Con todo respeto me permito anunciar Un nuevo reglamento
Aunque la suerte ya está echada Si nos descuidamos seguiremos atado a los subliminales del consumismo y la politiquería que, sinceramente, son el principio y el fin de casi todas las tramas televisivas hoy en día
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