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July 8, 2024

— Editorial -- eltabiuno.space de Tabio, Cundinamarca, Colombia.

Por Sebastian Chaves

El riesgoso arte de mover las piernas paralela y circularmente

Pertenecer a un grupo o estar en comunidad es instintivo para el hombre y para la mujer, la sociedad y la familia nos imponen actividades y comportamientos para poder ser parte, conseguir sustento, riqueza y así prolongar la existencia de la especie y del mandato familiar.

Todo individuo enfrenta un momento inminente en el que decide si ser rebelde o continuar.

Por eso digo…

A diario la ruleta gira y gira sin parar a una escala molecular. Por los caminos, sobre ruedas, una gran cantidad de personas toman decisiones tras la trayectoria de la velocidad. Algunos mejor protegidos, precavidos, sin motivos para ir de afán; algunos otros desafiantes y acelerantes, por entre los carriles, apuestan lo más sagrado a un altísimo riesgo. He llegado a concientizarme de la real presencia de la omnipotencia de alguna madre celestial, al mirar que las personas desafían la sagrada norma, que por algo no está escrita en el código social. 

Es una apuesta, el suicidio versus el Espíritu Santo. Es en apuestas como esta donde el orden del caos funciona, cobrando las deudas que se tienen que pagar. No es por hacer una crítica social, pero ¿cómo es posible que una persona sin licencia para conducir, en licra y con la cachucha de Kiko, avance mientras cae la tarde en contraluz, esquivando cipotes troneras, junto a una flota conducida por un chófer que escanea y enseña cómo usar la tarjeta y también da las vueltas de un billete de 50.000? ¿cómo es posible que esta persona no se dé cuenta de que la lúdica que practica es un tanto peligrosa?

Hay que rescatar y mencionar que la bicicleta clásica casual multipropósito y utilitaria, ese medio de transporte conducido por pilotos de vestido de paño o jeans y bota pantanera, a veces con aliento a licor o cargando una guadañadora, o por señoras en chapi chopper que llevan sus bordados en la cartera, no caen dentro de esta pequeña categoría.

Me refiero a las personas que buscan en un día hábil un velódromo en las carreteras más dañadas del continente. Aquellos que, con carimañola, pedalean entre los carros que pitan, al lado una ciclorruta vacía. Esto es tan cierto, como saber que me llamo Sebastián. Ciclistas que transitan entre carros y motos que esquivan los charcos y huecos, siempre cercanos a dar botes por el aire y pasar a mejor vida. Teniendo en cuenta que el que va en bicicleta tiene hijos y nietos, o sueños por cumplir, esto me parece un derroche de salud injustificado y no regulado.

Dentro de lo que se considera milagro, los fotones se organizan, las imágenes divinas empiezan a surtir efecto, los presentimientos de los conductores están cada vez más afinados con el conocimiento del terreno de las leyes físicas de fricciones y distancias casi milimétricas que sin medirse cuadran entre la matrix de los milagros. Ondas cerebrales alfa contemplan a velocidades inhóspitas una divergencia entre motor grande, llanta delgadita y póliza gruesa.  Las ondas theta van sincronizadas a los pitos ansiosos de los cegatones que conducen detrás del volante.

El Espíritu Santo está en todas; entre la gente que se lanza al tráfico con inocencia o sin la consciencia de que al poner su propia integridad en peligro arriesga la vida emocional de los conductores de las volquetas que, sin querer, pueden resultar con un ciclista entre las ruedas y el remolque, solo porque al señor se le ocurrió salir a montar bicicleta con la familia y decidió entrar en el ruedo del tráfico pesado anclado a un pedal, pedaleando al azar.

Ahora se muere un niñito, famoso por haber llorado de felicidad. El niño y el abuelo pensaron que la vida era fácil, unas lágrimas lo hicieron famoso y lo llevaron a la gloria, sitio donde todos esperamos que se encuentre hoy en día.

El ciclismo, en principio, es un desplazamiento, mover las piernas circularmente parece ser el objetivo y tras él, como consecuencia, tomar jugo de naranja lejos de la casa. Si de mover el metabolismo se trata, estas dos cosas pueden hacerse desde la comodidad del hogar y sin poner en riesgo la vida propia ni la de los amigos y seres queridos; es recomendable mover las piernas circularmente en un sitio seguro.

Pedalear tampoco es que sea un acto tan admirable, es normal, como caminar rápido o correr o llevar una carretilla o algo parecido. Tal vez sea admirable hacerlo por una curva por donde pasan camiones y mulas de 25 toneladas, moviendo los glúteos y vestidos con el atuendo propio para un velódromo, comandando a sus hijos, entre el pacífico sonido de un freno de ahogo. Quizás pueda sentirse más adrenalina de la que pueda sentirse en un velódromo.

Los menores no están en la capacidad de decidir si pertenecer a estas minorías que se juegan la vida ante una mula de 25 toneladas.  No se requiere mucho para darse cuenta de que las carreteras no son aptas, o más que nada el momento no es apto. Esta actividad deja de ser recreacional, cuando se está en contacto directo con profesionales del volante. Hay días en los que hay restricción de camiones y las condiciones del tráfico son diferentes, pero normalmente de lunes a viernes las vías angostas y agujereadas están llenas de personas que están en la dinámica de manejar cargando algo.

Y si hablamos de ciclistas profesionales, que van escoltados con motos y carros, estos deben intentar mantener la cabeza alzada cuando van a altas velocidades (60 o 70 km/h), y procurar mantenerse en el pelotón pues es en cualquier momento la trayectoria puede verse interferida por huecos, piedras, perros, vacas, buses etc.; existe incluso la posibilidad de tragarse un cucarrón.

Los conductores estamos obligados a tener un respeto total y rotundo por estos circulantes. Es verdad cuando se dice que debe conservarse siempre la distancia de 5 metros cuando se avance a 10 km/h; y sin importar que vaya a 5 km/h en curva ciega, uno no adelanta. hay que darle todo el beneficio del carril al ciclista, ese es el derecho de las cosas.

Hay que ayudarle a la sagrada madre a mantener las casualidades a un mínimo, y es con todo su poder que la oración mantiene unidas las almas, en beneficio de la especie. Gracias al Espíritu Santo.

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