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July 8, 2024

— Editorial -- eltabiuno.space de Tabio, Cundinamarca, Colombia.

Por Sebastian Chaves

El humano futbolista, y las reglas que sigue.


Es muy difícil traer algunos temas a la mesa. De la misma manera que lo es cambiar las reglas de cualquier juego, tal vez se necesite tener la mente abierta queriendo decir que no todo el mundo esta listo para esta conversación.

El espectáculo puede ser un poco más divertido y legítimo, Al ver que los partidos de futbol se sincronizan con las actualidades políticas me hace pensar que, de los marcadores depende el manejo público, es un engaño, Es inmoral no admitir que es un teatro.  

Claro está a Roma llegan los mejores actores y claro está que es la razón por lo que se ve lo que se ve en el televisor hoy en día, se asume que las personas que miran el televisor consumen las imágenes sin siquiera tratar de saber si lo que ven es actuado.

Lo que se ve en el futbol de hoy en día son unos jugadores, parados en una cancha haciendo un espectáculo que tiene muy poco que ver con intentar meter la pelota en la red; perdiendo sagrados segundos; actuando como si revolcarse en el piso fuera el fruto del entrenamiento y del arte de ser futbolista; el futbol hoy en día trata vender productos y ostentar riquezas basados en una profesión de seguir las órdenes del amo, y ¿qué paso con el juego, me pregunto yo?

Cuando se entrena una disciplina cualquiera, ya sea por ejemplo cargar ladrillos, después de algún tiempo se desarrollan callos, el cuerpo se vuelve resistente. Un futbolista profesional empieza, recibiendo patadas en las canillas en los patios del colegio. Más tarde, cuando se convierte en profesional, tiene a su lado a dietistas, kinesiólogos, entrenadores y hasta psicólogos, como lo exige cualquier atleta que haga sus rutinas de ejercicios para competiciones de alto rendimiento.

Es entonces cuando nos encontramos con que, apenas lo tocan o a veces sin tocarlo siquiera, el atleta cae al piso a retorcerse, gritar y llorar. Tenemos aquí una contradicción de principios, pues esas conductas no han considerarse válidas o de buen ejemplo para los jóvenes espectadores; si el jugador cree que botándose al piso y fingiendo dolor va a ganar el partido, su actitud podría ser vista como una trampa y de las más rastreras: el teatro de la lástima es la forma más mediocre de matar el tiempo en un partido. También vemos que el jugador parece estar muy cansado al final del tiempo, como si correr no fuera por defecto lo que tiene que hacer durante los noventa minutos del partido, persiguiendo como un obseso la pelota.

Sería muy interesante un espectáculo futbolístico con legitima espontaneidad, en el que los rostros de los jugadores reflejen emociones ciertas, donde el prestigio de ser bueno esté en juego, donde ganar sea el objetivo.

Cuando todos éramos más jóvenes, y muchos incluso no habían nacido, en una época no muy lejana en la que no existía el internet y las personas aún se deslumbraban ante la presencia de un celular, en esas épocas existía el talento a flor de piel de las figuras del espectáculo,

En algún momento Pelé jugó futbol mejor que ninguna otra persona. Muhammad Alí, por otro lado, rompió las cadenas de la esclavitud dándole puños a nombre propio a quien se le atravesara, o sin ir más lejos Luciano Pavarotti, de la misma manera que los periodistas y cazadores de talento encontraban a personas interesantes y valiosos para la opinión. Ahora son solo unos borregos sin opinión propia, entes vacíos.

El destino de una nación no puede estar a la merced de un balón entrando en un arco; es por eso por lo que el resultado al azar tiene que ser controlado. (teniendo en cuenta las monumentales apuestas que tampoco pueden quedar al azar).

Con todo respeto me permito anunciar Un nuevo reglamento

  • En adelante, los jugadores firman un contrato que estipula que en caso de quedar lesionados la liga los sostiene económicamente el resto de la vida. Lo mismo aplica si se retiran con honor, por vejez o por convicción justificada, por que jugar futbol debe ser un honor, el honor de poder mostrar la fuerza la resistencia y la caballerosidad, que es en últimas el punto clave en la ética del futbol.
  • Los partidos duran los mismos 90 minutos, el juego nunca se detiene. Se mantiene un énfasis permanente en la pelota y en el objetivo único de meterla en el arco; solo un motivo haría que el cronometro se detenga: la muerte de un jugador.
  • Hay que enfatizar el protagonismo de los jugadores como individuos y en que no haya restricción en su actuar.
  • La única acción de llanto aceptable es la de alegría; el llanto de dolor es inaceptable. Si un jugador llora o se queja, exagera o finge, será llamado por el altavoz y expulsado del estadio y de la liga inmediatamente sin ningún tipo de beneficio hasta que el jugador no salga de la cancha no podrá entrar el remplazo y si el jugador no quiere salir de la cancha tendrá que ser removido tras la orden del técnico y expulsado por la puerta trasera del estadio para vivir por siempre bajo el señalamiento de ser un hombre falso, sin pensión.
  • Cuando un jugador se lesiona tiene que salir de la cancha por sus propios medios o ser cargado por sus compañeros para que el remplazo pueda entrar cuanto antes, haciendo todo esto rápidamente porque la bola se mantendrá siempre en juego.
  • No existen las faltas, ni las tarjetas, un jugador puede levantar a pata a otro jugador, teniendo en cuenta que si es justificado el público será el juez y si se quieren pelear, o lo que sea, pueden salir de la cancha mientras, de nuevo, la pelota sigue en juego de igual manera si pelean dentro del campo estarán perdiendo jugadores que pueden estar tratando de meter el balón en la red.
  • la función del árbitro es determinar el fuera de lugar, la mano, y el saque de banda y tiro de esquina.
  • Esta modalidad de futbol les daría más rotación a los jugadores y daría espacio a que nuevos talentos aparezcan, puesto que muchos de los jugadores serian expulsados o retirados forzosamente del deporte profesional por causa de sus acciones.

Aunque la suerte ya está echada Si nos descuidamos seguiremos atado a los subliminales del consumismo y la politiquería que, sinceramente, son el principio y el fin de casi todas las tramas televisivas hoy en día

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